sábado, 4 de febrero de 2012

Rutina, por favor.

La rutina, esa que tanto he odiado por momentos. Que tanto me ha agobiado. Levantarse para verle el careto a toda esa gente, el mismo sitio y las mismas cosas. Todo eso que he echado de más durante tanto tiempo y que ahora echo de menos como nunca. Necesito mi casa y a la puta rutina, levantarse todos los días para veros, discutir con mi madre y cagarme en las mates. Necesito mi sofá y mi cama. Lo necesito a él, contar los lunares de su espalda y su sonrisa burlona. Sus besos. Necesito los lunes por la tarde y los domingos de mercadillo. Los zumos tropicales y el pincho de cada tarde. Las necesito a ellas, sus locuras, sus risas y sus tonterías. Esa pérdida de cordura tan fantabulosa. Su apoyo. Necesito compartir cotilleos y confidencias, gilipolleces. Necesito tantas cosas... Pero sobre todo, volver.

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