Olor.

Olores, recuerdos. Olor a nuevo, a mar o a playa. Olores que te gustan y otros que odias.  Olor a fiesta, alcohol y diversión. El olor de tu comida favorita y del perfume que más te gusta. Otros que no quieres ni recordar, aquel chico por el que te morías, su olor y el olor de ese sitio en el que te perdiste entre sus brazos, en el que las palabras nunca os hicieron falta, dónde os queriais inconscientemente. Recuerdos que por una parte nunca querrás olvidar. Ese olor, su boca y sus besos. 

Salvaje.

Quererte a ti misma por encima de cualquier pringao o gilipoyas. Cualquier imbécil que no te quiera o te aprecie lo suficiente y mandar a la mierda al que no te merezca. Salir, bailar como una descosida aun que no sepas. Ponerte un vestido espectacular y los tacones más altos que tengas. Disfrutar. Comer lo que más te guste aun que luego te arrepientas. Que le den a la operación bikini y a todas aquellas que se preocupan demasiado. Quedar y querer a quien te apetezca y pasar de los que te miren mal por ello. Evitar los malos rollos y los enfados. Ser falsa con esos, los cuales sabes de sobra que lo son contigo y morirte de la risa mientras le hablas. Dedicarle tu mejor sonrisa a aquellos que odias y reirte de esa que va con cara de amargada por la vida. Hacer lo que te de la gana y desfasar todo lo que quieras. Morderle la boca y morirte por sus besos.

¿Mis hobbies?

Perderme en tu mirada y comerte a besos cada noche.

Cambiar, distanciarse...

Llegará un momento en el que todos nosotros dejemos de vernos, cambiemos de aires, de ambientes y hasta de amigos. Ella cambiará su forma de vestir, y él posiblemente la música que escucha o las preferencias sobre cualquier otro tema. Tonterías. Esa es una posibilidad entre tantas, aun que para que engañarse, es muy probable. Nos distanciaremos, cada uno por sus motivos. Igual al principio hasta nos llamamos de vez en cuándo, charlaremos sobre estupideces y quedaremos. Para tomar algo, recordar viejos tiempos y echarnos unas risas. Pero el tiempo y la jodida distancia harán el resto.

Tan solo llorar.

Llorar. Llorar con ganas, muchísimas. Sin motivos, sin ninguna razón lo suficientemente elocuente como para hacerlo, pero lloras. Y es que hay veces que lo necesitas porque si. Tan solo soltarlo todo, poner la lista de reproducción idónea, meterte en cama y desahogarte. Olvidarte de todo. Dejar atrás lo bueno y lo malo por un momento. Sin que nadie entienda lo que haces y piensen que estás loca cuándo se lo cuentas. Llorar hasta que te duermas del aburrimiento y hasta que las canciones vuelvan a empezar una vez tras otra, simplemente hasta que te apetezca.

Debilidades.

Volver a tropezar con la misma piedra una y otra vez, sin tener en cuenta lo mal que lo has pasado y sin darle importancia a nada. Hacer ver que no te interesa nada ni nadie, no quieres que nadie conozca tu puntos débiles, tu gran debilidad. Serían más puntos en tu contra, y lo sabes. Y a pesar de todo levantarse todos los días con una gran sonrisa sabiendo que en cuánto salgas de esa cama se borrará.

:)

Y poder pintar cada uno de esos días grises con los colores más chillones y llamativos que existan.

Besos y sonrisas mañaneras.

Perdidos entre las sábanas me apartas el pelo de la cara y yo, mientras tanto, haciéndome la dormida me estremezco y sonrío. Me miras y te ríes. Me acercas a ti y en ese instante me doy cuenta de que me quedaría así contigo para siempre, o casi mejor, hasta que nos aburramos de los besos mañaneros y de las caricias cada noche.

Quererte inconscientemente.

Sin pensarlo, y hasta cuándo no quiero o cuándo intento no hacerlo. Ponerme tonta solo con verte y que me encante tu sonrisa a las tres de la mañana. Tu mirada perdida entre la gente, buscándome al igual que la mía. Los besos de aquella noche y de esa tarde en la que no había lugar para nada que no fueran tus besos, tus caricias y tus abrazos. Para nada que no fueras tú.

Isla desierta.

Una isla desierta, calor y palmeras. Agua cristalina y a una temperatura más que aceptable. El clima cálido y la comida propia de una dieta mediterránea. Sol radiante bajo el que tu piel va cogiendo color poco a poco. Pasarse el día en bikini, bebiendo granizados y batidos, tumbada en una toalla,  con música o un buen libro. Y sin olvidarse de lo mejor de lo mejor si en cuanto a personas te refieres. La mejor y la única compañía que te llevarías a tu isla desierta.

Mirarte...

abrazararte y quererte sin querer.

Ser tu mismo.

Sentirte especial y no raro. Pasártelo bien con cualquier tontería. Reírte a todas horas y disfrutar. Pasar de los que te miren mal por ser diferente, de los que no te comprendan solo porque no piensas como ellos. Hacer lo que te apetezca y vestirte como más te guste. Y que más da si a ti te gusta ir a la playa en invierno y llevar gorro en verano, salir de fiesta los lunes y estudiar los sábados por la noche, hablar solo,gritar por la calle y vestirte de mil colores. Vivir al revés siendo tu mismo.

Cuentos de hadas.

Parece ser que ultimamente los príncipes azules ya no lo son tanto y, que en el final de los cuentos de hadas ni son felices ni comen perdices. 

Love.

Soluciones.

Despertarte por la mañana y sentir que este no es tu día. Que todo lo que tenías perfectamente planeado va a salir mal, sin solución. Y es que a veces la mejor opción es no levantarse de la cama.

Noches.

Noche estrellada, tranquila y silenciosa. Apenas hay nubes y la temperatura de una típica noche de verano. Una hoguera en una playa, pantalones cortos y algo de alcohol. Gente. Alguna te cae mejor y otra peor, pero esta noche no te la estropeará nadie. Música alta y bailes. Besos sin control al lado del fuego y el ruido del mar y de las olas. Mientras tanto tú solo intentas olvidarte de todo y dejar atrás las paranoias entre risas, bailes y besos que no se olvidan.