martes, 14 de febrero de 2012

Sin excepciones

Sin gilipolleces ni días señalados, yo te regalaría besos al atardecer todos los días del año. Sin excepciones. Te regalaría mi mejor sonrisa y noches infinitas en las que el reloj se parara a nuestro antojo. En las que olvidarnos en que día vivimos y dejar a un lado la mierda que nos rodea. En la que pasemos de todo lo que no sea tú, yo y aquella habitación. Te regalaría un viaje a Madagascar y ser el protagonista de todos y cada uno de mis sueños.
No quiero un amor de película ni un amor asecas. Solo quiero “esto“. Sin un para siempre ni promesas que no vayamos a cumplir. Te quiero a ti,  las discusiones de los viernes y los besos a modo de reconciliación de los sábados. Porque no me imagino esto sin gritarnos, al menos una vez a la semana. Sin jurarme a mi misma que te mandaré a la mierda la próxima vez. Pero... es que lo quiero así. Tan jodidamente imperfecto.
Solo quiero verte, ahí. Día tras día, hasta que nos hayamos aburrido, hasta que “esto“ deje de tener sentido.

sábado, 4 de febrero de 2012

Rutina, por favor.

La rutina, esa que tanto he odiado por momentos. Que tanto me ha agobiado. Levantarse para verle el careto a toda esa gente, el mismo sitio y las mismas cosas. Todo eso que he echado de más durante tanto tiempo y que ahora echo de menos como nunca. Necesito mi casa y a la puta rutina, levantarse todos los días para veros, discutir con mi madre y cagarme en las mates. Necesito mi sofá y mi cama. Lo necesito a él, contar los lunares de su espalda y su sonrisa burlona. Sus besos. Necesito los lunes por la tarde y los domingos de mercadillo. Los zumos tropicales y el pincho de cada tarde. Las necesito a ellas, sus locuras, sus risas y sus tonterías. Esa pérdida de cordura tan fantabulosa. Su apoyo. Necesito compartir cotilleos y confidencias, gilipolleces. Necesito tantas cosas... Pero sobre todo, volver.

Quédate, tan solo necesito escucharte.

Y entre todo esto, entre este lío de sentimientos y de locuras imprevistas te has convertido en mi calma. En lo único que necesito cuando mi punto de paciencia ha llegado a su fin. En esos momentos solo necesito que entres por la puerta , que me digas que tal te ha ido el día o me preguntes como estoy y me sonrías. Aun que parezca una gilipollez,  en ese momento mi día cambia. No se como explicar lo que me pasa contigo, como eres capaz de cambiar mi mundo hasta cuando parece que todo está derrumbándose, como has sido quien de cambiar mi forma de ver las cosas. Pero ahora siento que solo necesito tu voz y tu sonrisa. Lo único que me da tranquilidad, algo que en estos momentos para mi, es difícil de conseguir y que tu haces que no parezca para nada complicado. Llegas como una bocanada de aire fresco y conviertes toda esta mierda en algo menos malo. Deja que necesite un poco más tu voz, que me duerma con el sonido de tu respiración y que me pierda entre tus brazos.