domingo, 18 de septiembre de 2011
Solo.
Un día de invierno como otro cualquiera. Nublado, oscuro y triste. Sin demasiado viento ni lluvia. Una habitación y mil cosas en tu cabeza. Mientras le das una vuelta tras otra a todos tus problemas, mientras tu lloras y tu mundo se derrumba el resto sigue igual, el mundo real ni se inmuta. Porque a la inmensa mayoría no le importas ni tu ni tus jodidos problemas. Porque por muy hundido que estés el mundo no se va a parar, ni mucho menos. Porque nadie va a estar ahí para levantarte cuando caigas y porque hay cosas que hay que afrontar solo.
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