domingo, 13 de mayo de 2012

Realidades.

Te prometo mil y una noches en las que las palabras pasen a un segundo plano. Noches en las que tu cama sea el centro de nuestro peculiar mundo, en las que poder morderte los labios. Noches sin freno. Noches sin tiempo.
Viviría en tu cama, dónde dormir se convierta en lo menos importante de todo aquello. Noches de miradas y suspiros. Noches de locura, de comernos a besos, poco a poco. Noches en las que todo sobra, en las que quedarnos sin aire. Como si el tiempo no pasase, mirando el humo que sale de tu boca, mi cabeza sobre tu pecho y nuestras piernas entrelazadas, como un nudo con miedo a ser desatado. Entre el ruido agitado de nuestras respiraciones y el suave ruido de la lluvia ahí fuera. Llovía fuerte, muy fuerte. Sin embargo apenas se escuchaba, como si todo eso no perteneciera a nuestra singular realidad. A esa sublime realidad, en la que no me hace falta nada mas que tú. Realidad que desaparecerá en cuanto llegue el amanecer. En cuanto tu te vayas. En cuanto nuestro mundo se desvanezca. En cuanto volvamos a esa otra jodida realidad, a la de verdad. A la menos buena.

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